25.03.21
¿Por qué la colaboración es y seguirá siendo clave para romper la inercia negativa de la pandemia?
Ahora que la Covid-19 ha dado un respiro a la sociedad española, quizás sea bueno revisar aprendizajes e ideas que surgieron en el pico de primavera. En aquel momento, Isabel de Salas publicó en su blog un artículo sobre el futuro después de la pandemia: El mundo Post-coronavirus. Ella plantea posibles escenarios futuros en función de los valores propios de la cultura española. Uno de los valores más significativos que menciona pasa por la emocionalidad de los españoles: la intensidad, la sociabilidad y la expresividad son, en general, priorizados frente al autocontrol y la sobriedad.
En lo que llevamos de pandemia, una emocionalidad siempre intensa ha cambiado de signo varias veces. Al principio, la empatía y la solidaridad. Después la incertidumbre y la preocupación por el futuro. Hubo también momentos de rabia y de impotencia. Siempre con la vulnerabilidad como hilo conductor emocional. El virus nos ha empujado fuera de la zona de confort y nos ha llevado al territorio de la inseguridad.
Para volver a instalarnos en el territorio más saludable de la confianza, se plantean dos caminos principales que no son contradictorios: la confianza por capacidades y organización (confío porque sabes cómo se hace esto) y la confianza por afinidad (confío porque sé quién eres). La priorización de estas fuentes de confianza varía en función de la cultura: En los países europeos, la confianza por capacidades es mayor en las culturas anglosajonas y la confianza por afinidades es más alta en las culturas latinas. Particularmente en España, la confianza por afinidad ha tenido desde siempre un papel relevante. Factores históricos y también biológicos (las hormonas y las neuronas) hacen que estas pautas evolucionen muy lentamente.
La incertidumbre debilita las convicciones y las decisiones se posponen. Cuesta más decidirse cuando la pandemia ha convertido en imprevisibles incluso los plazos más cortos.
La confianza por capacidades es más racional y es muy efectiva en el corto plazo. Un título acreditativo o una planificación cuidadosa transmiten fiabilidad de manera casi inmediata. La confianza por afinidad es más emocional y genera vínculos estables en el largo plazo. Pero también le cuesta más reconstruirse cuando ha sido afectada. La limitación en los contactos personales que ha generado la pandemia (ya no hay abrazos, ni siquiera nos estrechamos la mano), hacen más difícil la superación de la crisis de vulnerabilidad que está produciendo la pandemia. La inseguridad en la toma de decisiones es casi un lugar común en estos momentos. La incertidumbre debilita las convicciones y las decisiones se posponen. Cuesta más decidirse cuando la pandemia ha convertido en imprevisibles incluso los plazos más cortos. Para las culturas latinas, generar la energía para movilizar un proyecto es más difícil con el aumento de la distancia personal y sin contacto físico. Las culturas latinas, y más aún una tan expresiva como la española, no pueden contar con uno de sus puntos de apoyo más fundamentales. En estos momentos, puede resultar difícil sentirse entusiasmado con un proyecto, y más aún contagiar entusiasmo con los que compartirán la responsabilidad de llevarlo adelante.
La confianza más emocional no es en sí misma un problema, sobre todo si cuenta con el apoyo racional de la confianza por capacidades. Otras culturas pueden ayudar a comprender estos cambios y cómo coexisten y evolucionan los distintos tipos de confianza, por afinidad y por competencias. La sociedad sueca es una sociedad más inclinada a la confianza por capacidades y organización, pero la vulnerabilidad generada por la pandemia ha impulsado una búsqueda de relaciones empáticas más allá del círculo íntimo. La semiótica Martha Arango comenta que, en Estocolmo, vecinos desde hace muchos años, que nunca se saludaron al cruzarse en la escalera de su casa, es frecuente que ahora hagan comentarios sobre el clima, se pregunten por su salud y ofrezcan ayuda a sus desconocidos de toda la vida. La incertidumbre ha sido un factor movilizador y ahora necesitan sentir que forman parte de una comunidad emocionalmente conectada. Éste es un rasgo característico de las culturas latinas, y de las musulmanas, como reporta la experta intercultural Ferhan Alessi desde Turquía, pero que antes de marzo de 2020, era poco común en los suecos.
El espíritu colaborativo marca el camino para recuperar la confianza y la energía, construyendo sobre la emocionalidad que caracteriza a la cultura española.
Tanto en España como en Suecia, ha habido un redescubrimiento de la vulnerabilidad propia y ajena que ha impulsado a la revisión de las pautas culturales tradicionales. Las dicotomías y los compartimentos estancos están difuminando sus límites. En Suecia, la nueva vulnerabilidad ha impulsado al desarrollo y expresión de la emocionalidad hasta territorios donde antes estaba ausente.
En España, la empatía es una dimensión en expansión, como lo indicaría la frecuencia de menciones de la palabra gracias en Twitter que ha aumentado más de un 500% durante el pico de la pandemia. Las iniciativas de marcas que demostraban empatía frente a su público y hacia la sociedad en su conjunto han legitimado esta nueva visión. La sensación de inseguridad ha hecho que se pongan en juego nuevos recursos. El espíritu colaborativo -es decir, trabajar juntos y compartir proyectos- marca un camino para recuperar la confianza y la energía, construyendo sobre la emocionalidad que caracteriza a la cultura española. El enfoque colaborativo requiere ponerse de acuerdo, lo que promueve la planificación y genera confianza. Al estar trabajando en un proyecto común, se atenúan los altibajos emocionales. La incertidumbre produce un sesgo negativo en las percepciones, que se diluye cuando se expresa y se comparte. Así se consigue acceder a un nivel superior en el que se articulan positivamente la confianza por afinidad y la confianza por capacidades.
El cambio ha sido muy profundo y los códigos y criterios propios del nuevo entorno están en construcción. Se irán generando a medida que se vaya acumulando conciencia, experiencia y reflexión. Y en ese proceso se generará la necesaria confianza. Charlotte D. Blignaut, miembro del Consejo de la revista Forbes, apunta en este mismo sentido cuando propone un nuevo modelo del liderazgo, evolutivo y consciente. La iniciativa #stayhuman de Picnic, LLYC y DDB o los programas de formación en liderazgo con impacto social, que propone Innuba con la Universidad Pontificia de Salamanca y las principales escuelas de negocios trabajan en el mismo sentido y están contribuyendo a generar las nuevas pautas y criterios necesarios que permitan gestionar organizaciones en el nuevo entorno.
La colaboración es un ingrediente que permitirá acceder a un nuevo nivel de confianza y superar la sensación de incertidumbre, quizás a mayor barrera emocional que se interpone para alcanzar un futuro mejor.
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